Termoeléctrica en Punta de Choros: Decisión incomprensible
F. Villegas
08.26.2010 | 56 Comments
Publicado en La Tercera el 26 de agosto de 2010
No es coincidencia que fuese en medio de la buena onda conseguida por el gobierno y su Presidente, felicitado por el tratamiento del caso de los 33 mineros atrapados de la San José, cuando el Corema de Coquimbo diera luz verde a la Central Térmica Barrancones, a construirse en la zona costera de esta región, a 21 kilómetros de la bahía de Punta de Choros.
Se trata de oportunismo puro y simple. Costaba dar el vamos a una planta instalada tan cerca de una de las más ricas reservas biológicas del país y del mundo, punto de crianza de innumerables especies acuáticas y anfibias, centro de turismo creciente que ha dado nueva vida y prosperidad a pescadores artesanales y a otras actividades. Por lo mismo, la aprobación del proyecto andaba a los tropezones. Mucha era y es la oposición de ecologistas, pobladores de la zona y de hecho de cualquier persona que tome en cuenta las verdaderas cifras acerca del crecimiento de la demanda energética para los próximos años y las inmensas posibilidades para desarrollar sistemas sustentables en esa zona, la más asoleada del planeta, con recursos ilimitados de viento, sol y energía geotérmica.
Ha sido, en cierto modo, una puñalada en la espalda de todos quienes felicitábamos al gobierno por su diligencia. Mientras aplaudíamos, algunos se dijeron "este es el momento de hacerlo, cuando la atención está en la mina". Y así entonces hemos sido objeto de un mezquino cálculo mediático.
Se nos dirá que la planta contará con dispositivos para disminuir la emisión de contaminantes. Se dirá -ya se dice- que el Presidente prometió no permitir plantas que contaminaran, pero ésta no lo haría. ¿No lo hará? En los propios documentos del proyecto se estipula que las emisiones serán de 4,5 toneladas al día de material particulado, nueve toneladas al día de SO2 y 31,8 toneladas al día de óxido nitroso. Eso equivale a 1.642 toneladas al año de material particulado, 3.285 toneladas al año de SO2 y 11.607 toneladas al año de óxido nitroso. Tal vez los inversionistas lo consideren todo un "logro". Y eso, si los sistemas funcionan a la perfección y la fiscalización cumple con hacer mantener dichos estándares.
Es posible que plantas de tecnología más antigua emitan más; es posible incluso que dichas emisiones -teóricas- estén por debajo de "las normas". Pero, ¿qué son las normas? Ciertamente no son definiciones científicas acerca de qué niveles de tal o cual sustancia no alteran perjudicialmente el entorno; las normas ambientales son sólo resultados de transacciones políticas relativas entre intereses y como tales revisten la calidad de simples convenciones. Las ambientales son como las normas de Ginebra acerca de la conducta en la guerra: se mata igual, pero se promete no usar balas "Dum Dum" o fósforo blanco.
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