Comienzo esta crónica mencionando al sociólogo francés Bruno Latour, quien recomienda poner especial atención en los artefactos y las máquinas, porque éstos reflejan la forma en que el poder se instaura en la sociedad. Para Latour las centrales actúan como cajas negras, increpándonos tan fuertemente que deberíamos dejar de preocuparnos exclusivamente en cómo la clase social, o las elites nos dominan, y darnos cuenta cómo las máquinas y sistemas tecnológicos nos obligan día a día.
Los invito entonces, siguiendo la idea de Latour, a rastrear algunos de los entresijos que una Termoeléctrica a Carbón es capaz de urdir en Chile. Con posterioridad mostraré cómo muchas de sus alianzas pueden debilitarse gracias a los contra-programas orquestados por la ciudadanía.
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Mi categoría de termoeléctrica a carbón preserva una historia de termoeléctricas que funcionan con combustibles fósiles iniciada el siglo XIX en Estados Unidos. En aquel tiempo Thomas Edison resolvió la controversia científica sobre la posibilidad de transmitir los electrones a través de cables a grandes distancias gracias al diseño de alternadores eléctricos. Estos alternadores, a su vez, permitieron redefinir el flujo eléctrico novedosamente. Surgió así la corriente alterna.
A comienzos del siglo XX la corriente alterna llegó a Chile, y se instauró en 1960 asociada a la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) y la coordinación de la Empresa Nacional de Electricidad S.A. (ENDESA). Primero se construyó una red de cables por donde la electricidad lejana fluyese hacia determinados centros de consumo, por ejemplo hacia el tranvía de Chivilingo. Así se construyó el Sistema Interconectado Central (SIC), después se hizo lo propio con el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING), necesario para abastecer principalmente al sector minero, y con posterioridad se construyeron los Sistemas Interconectados de Aysén y de Magallanes en el sur patagón.
Previo a la instalación de estas redes neurálgicas troncales, las centrales generadoras de electricidad usuales en Chile fueron las hidroeléctricas de pasada, sin embargo la llegada de la corriente alterna las desplazó, quedando las hidroeléctricas de represas como las amas y señoras del parque generador. Corrían los tiempos de la industrialización. Por aquel entonces, la minera El Teniente construyó la central Coya abasteciéndose con una capacidad de 6 MW en el año 1912. Eso sí, este protagonismo de las hidroeléctricas de represas no sería eterno para ellas, porque desde comienzo de los Sesenta, y gracias a la construcción de las termoeléctricas Renca y Ventana Uno nuestra estirpe de termoeléctricas fósiles comenzaría su carrera hacia el trono de las productoras de electricidad chilenas mayoritarias.
Hoy en día lideramos la generación en la matriz energética chilena, esto lo demuestran los indicadores oficiales: Somos nosotras, junto con nuestras pares, las termoeléctricas a gas natural y a diesel quienes aportamos con 7.988 MW de capacidad instalada de los 13.118 MW totales. ¿Cuán deseadas somos en el país? En primer lugar es menester recordar que mi localización se planifica en Chile; país que durante los Ochenta fue pionero mundial en los procesos de privatización y des-regulación del sector energético. Es por esto que la administración chilena tiende a facilitar mi derecho individual privado por instalarme en su manto territorial. Además, encajo en los “delineamientos” de política energética declarados por el gobierno anterior. En este sentido, mis preocupaciones como termoeléctrica a carbón no serán tan terribles mientras la Comisión Nacional de Energía continúe alineándose con nosotras y considere unos 2.127 MW en base a carbón en sus planes de obra. Eso sí, me gustaría una concreción mayor que las nueve unidades proyectadas en 2009 para el SIC y el SING durante los próximos años.
Cualquiera de nosotras puede aspirar a ser llevada en los hombros de inversionistas que confían en nuestra generación y difunden la idea de que nosotras actuamos como bastiones indispensables del crecimiento económico deseado; no sólo del país sino que de Latinoamérica. Multimillonarios, diplomáticos viajan largas distancias para sugerir a los presidentes nuestra construcción, como hace poco lo hicieron representantes de Francia y Brasil. Todos ellos entregan un estilo distinguido a nuestro trabajo de generación del lado de los intereses transnacionales y estatales. Emisarios de presidentes específicos o representantes de relaciones internacionales agilizan mucho nuestra concretización.
Aquel emprendedor que decida beneficiarse financieramente de nosotras, también colabora no sólo con la contratación de algunos trabajos directos e indirectos, sino que además aporta al Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Por ejemplo, basta que una de nosotras se construya para que se abulten las cuentas de inversión del sector en mil trescientos millones de dólares, se coticen al alza las acciones de Enersis o Transelec, suban las expectativas de inversores energéticos extranjeros como GDF Suez, Enel, aumenten las probabilidades de inversión en el sector de transmisión, y por supuesto, se puedan enchufar más máquinas productivas, entre ellas aquellas encargadas de extraer o tratar minerales en los Andes chilenos.
Mención aparte tiene el hecho que nuestra electricidad a partir del carbón se conecta cercanamente con la extracción de otro mineral: el cobre, muy intensivo en energía. Las cantidades de cobre extraídas desde la alta cordillera se proyecta sean de unas 6.500 miles de toneladas para 2015. Por tanto, alimentamos “la teta” de Chile contribuyendo a mantener su liderazgo mundial en la exportación de cobre. Nuestro aporte aquí es sublime.
Si bien los precios del carbón se vieron afectados por las alzas del petróleo, aún nuestras calderas de combustión engullen carbón, o carbón mezclado con petcoke, especialmente después de 2005 cuando el gas natural comenzara a reducir su cauce desde los yacimientos argentinos hasta llegar a cero. No obstante, aún nuestras turbinas le entregan a sus dueños márgenes de ganancia interesantes.
Mientras otras como yo se construyan, doña María con buena fe también puede considerar que sus facturas de luz (de las más caras en Latinoamérica) se abaraten y así pueda llegar a comprar ese microondas, ese calentador de agua y esa estufa eléctrica tan linda que vio en la vitrina del mall el otro día. Es más, a doña María le sugiero que encienda despreocupadamente los interruptores de su hogar, sin problemas, total la energía eléctrica chilena es segura y no contamina al interior de su casa.
Ahora bien, aunque no todos los seres desean el humo de mis chimeneas a su lado o al lado del jardín de sus casas, lo cierto es que existen secretarías regionales ministeriales dispuestas a gestionar modificaciones para que pueda localizarme en el manto geográfico chileno. Allí donde el uso del suelo local me lo impida, entonces allí se situará un personero designado por el gobierno central, responsables de hablar por la región, la provincia o la gobernación donde me ubique. Más aún, estas personas son capaces de modificar los planos reguladores, como ocurrió con las centrales Guacoldas en la III región, o asignar calificativos amigables en sus informes, en el caso de mi colega central Campiche que pasó de ser contaminante a molesta. Todo esto con el fin de hacerle ver a mis vecinos los beneficios nacionales que implica recibirme en su localidad. El mensaje es que estas personas no se comporten como egoístas y aporten al bien común dado que sus propios representantes así lo están dictaminando.
Con respecto al sitio, como termoeléctrica tradicional que soy, yo prefiero ubicarme a los pies de un río caudaloso o a orillas del mar. Para que mis turbinas roten sin sofocarme necesito refrigerarme, y cómo no hacerlo con el agua de mar. Allí es posible construir un puerto donde recalen los buques llenos con mi carbonífero alimento proveniente de confines lejanos, además en la costa podré succionar y extraer al menos 79.500 m3/h caudal necesario para que mis materiales no cedan. ¡Chile resulta ideal para mí, porque no existe ninguna ley que me regule específicamente!
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De pronto este relato entusiasta de nuestra termoeléctrica a carbón chilena se ve interrumpido por el anuncio hecho en Milipeuco por parte del presidente Sebastián Piñera que solicita a los empresarios GDF Suez Energy, una de las transnacionales energéticas más grandes del mundo, cambiar la localización de la termoeléctrica Barrancones, a pesar de que su estudio de impacto ambiental estuviese aprobado.
¿Qué ha ocurrido entonces? ¿qué contra fuerza ha sido capaz de vencer las alianzas con diplomáticos, empresarios, inversionistas, tradiciones en tecnología de generación, consumidores electro adictos? Acaso, ¿no es deseado el desarrollo a partir del crecimiento?, ¿no se acatará el dictamen de Corema? Estas preguntas comienzan a dibujar otro entramado que se teje a espaldas de la termoeléctrica entusiasta de un comienzo.
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El 27 y 28 de Agosto pasado en la ciudad de Iquique un grupo de organizaciones dieron inicio al primer encuentro nacional de movimientos sociales en contra de termoeléctricas: “Chile sin Termoeléctricas”. Allí se reunieron agrupaciones sociales y medioambientales provenientes de diferentes regiones del país, donde expresaron sus inquietudes, y preocupaciones acerca de las consecuencias e impactos de tener una termoeléctrica en sus alrededores.
Allí la doctora Roxana Vigueras aclaró los problemas sanitarios derivados no sólo del proceso de combustión sino que de la extracción, lavado, transporte y acopio pos combustión del carbón en el cuerpo humano. Las secuelas en nuestro organismo se ven relacionadas con las principales enfermedades causantes de muerte en el mundo: cáncer, accidentes cerebro vasculares, y enfermedades crónicas del aparato respiratorio y nervioso. Además la cantidad de radicales libres aumentada por el efecto de la exposición al aire contaminado lleva a los organismos a estados de estrés oxidativo, y con ello se abre la puerta a la hipertensión, Alzheimer, arteriosclerosis, diabetes, artritis, Parkinson. El testimonio vivo lo entregó don Luis Pino quien en carne propia, junto a su mujer, han vivido colindantes a Ventanas y ahora para su tratamiento familiar deben vivir en Talagante.
El borde costero, apropiado para actividades turísticas, de pesca, habitacionales, agrícolas, de defensa, se torna muchas veces incompatible con las propias de los puertos y la industria. Hernán Ramírez , representante de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile (CONAPACH) elaboró un mapa virtual por donde sobrevoló las termoeléctricas proyectadas y su interconexión con las zonas de manejo que gestionan cofradías de pescadores artesanales a lo largo del país. El agua de mar evacuada por las termoeléctricas eleva la temperatura en 10º, esto produce la mortandad de algas, altera todo sistema de micro-algas, y amenaza con efectos de marea roja. Ahora bien, el agua evacuada transporta azufre al mar, debido a que la combustión del carbón requiere de-sulfurizarse. En la bahía de Quinteros cerca de 2 millones de larvas mueren al año, y por tanto, la productividad de pesca y mariscos es baja en esas áreas de manejo. El sustento de los buzos finalizará en poco tiempo de seguir así, reconoce Ramírez. Los volúmenes de agua evacuada por cada central construida y por construir (Castilla llenaría el estadio nacional en 4 horas) entregan un panorama desolador para todo aquel que desee vivir o alimentarse del borde costero.
Otros antagonismos emergen cuando lo que se desea es entregar agua de calidad para la población y la actividad agrícola. El doctor Horacio Larraín la captura a través de atrapanieblas, todos ellos afectados por la localización de termoeléctricas circundantes. La contaminación del agua proveniente de las camanchacas en línea con la termoeléctrica Atacama es una evidencia que preocupó a los científicos en el Centro del Desierto de Atacama de la Pontificia Universidad Católica. Asimismo, y según muestras tomadas por ellos mismos al agua potable de la ciudad de Iquique se concluyó que su calidad es pésima.
Aquí las labores mineras entran en escena. Los registros visuales de Joseph Morgan presentaron cómo en los remotos confines del norte cordillerano la falta de fiscalización de las empresas mineras provoca la desaparición de valles y cuencas completas cubiertas bajo el polvo de minerales y sustancias químicas. Por ejemplo, los volcamientos de camiones con sustancias tóxicas frecuentes, el tránsito por áreas pestilentes, el panorama ante humedales secos, rodeados de tuberías que inyectan agua a los vegetales muertos tornan irrisorias las medidas de supervisión de la administración regional y absurdas las medidas de mitigación a las empresas mineras. Allí el turismo de aventura chileno no proyecta ser promisorio de seguir así.
Pero tampoco resulta creíble cómo poblaciones urbanas y caletas comparten los suelos ennegrecidos de sus termoeléctricas vecinas convencidos de que es la única salida que les queda, al menos, dicen los padres, mientras las compensaciones económicas provenientes de las mineras continúen. Soportar esta situación, según algunos, permite que sus hijos se eduquen, y puedan salir de allí, en síntesis, se asiste a un panorama de pobreza pura y dura. Eso sí, las mujeres en esta resistencia están convencidas: no quieren ese aire para sus hijos. Si el coste de vivir acarrea estas secuelas, prefieren no vivir con ellas. Aquí no se trata de flora y fauna solamente, sino de vidas humanas. Una visita por caleta Cáñamo puede ser reveladora de este problema social.
La objetividad del Sistema de Evaluación Ambiental está puesta en cuestión. Pero aun así sus expertos se infunden de una neutralidad técnica que más parece un ejercicio legítimo de dominación. Aquí tanto la concertación como la alianza están en deuda con la salud y el medioambiente. Las Coremas, por su parte, no representan una institucionalidad imparcial. Basta con revisar las evaluaciones para discutir cuán ridículas son las mitigaciones exigidas, cuan pobres las prevenciones y cuan inexistentes las precauciones medioambientales chilenas. La falta de un estudio de alternativas de localización para las termoeléctricas es un ejemplo.
Aun cuando Chile sea conocido como la Arabia Saudita de las Energías Renovables por su potencial de explotación, parece que la salida no es fácil. Si bien la ley medioambiental se muestra necesarísima de modificar (o llenar sus vacíos), falta aclarar cuáles han sido los acuerdos económico-energéticos. ¿Qué significa esto? que doña María debe saber que su cuenta de luz no se abaratará, porque tal como dijo José Ignacio Escobar, director de ACERA, los costos de generar energía no están sincerados, y por tanto, termoeléctricas junto a hidroeléctricas de represa se refugian tras una trinchera difícil de derribar.
Sin embargo, las preocupaciones y el repudio ciudadano ante la instalación de la termoeléctrica Barrancones en las cercanías de la Reserva Nacional Pingüino Humboldt, Isla Choros-Damas se hicieron patentes el 23 de agosto pasado, bien en los medios de comunicación masiva, y las calles, bien en las redes sociales. Estas modalidades de escenificar demandas y descontentos en la escena pública comienzan a ser habituales y a la vez, están redefiniendo la acción política ciudadana. Bien por ello.
Finalizo no sin antes declarar que después de este batacazo contra una de las tecnologías energéticas irrespetuosas con la localidad, resta trabajar a favor de los cambios solicitados. Me gustaría en un escrito próximo describir otras historias latourianas, propias de otros artefactos afines a las demandas ciudadanas: generadores energéticos descentralizados, no sólo eléctricos sino centrados en fuentes energéticas del entorno ecológico. Quizás paneles termosolares, microturbinas, cogeneradores, a pequeña escala, podrían ser algunas, aunque para esto: la contra-red debe seguir tejiéndose.
Con el auge de las renovables y la bajada del consumo a consecuencia de la crisis económica esta ocurriendo algo muy curioso en España. El carbón se acumula al lado de las termoeléctricas porque no se quema, no sale rentable. Leed las siguientes noticias son muy interesantes:
ResponderEliminarhttp://bit.ly/cpegTQ
http://bit.ly/aPqhMH
http://bit.ly/aBQ1xX
Creo que las autoridades chilenas debería apostar fuertemente por las renovables a la larga parece que son más baratas y rentables que las centrales termoeléctricas.
Muchas gracias Viditocho, las leeremos con interés
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